BALANCE ESTRATÉGICO 2022-2023
Contenido principal del artículo
Resumen
Durante las dos últimas décadas, los pre- supuestos analíticos sobre el entorno de riesgos y amenazas globales describieron asertivamente los potenciales esce- narios en los cuales podríamos tener que desarrollar nuestras actividades en el futuro y en donde los Estados podrían incidir, creando capacidades para mitigar los efectos negativos de las situaciones que se irían presentando: Amenazas asimétricas, transnacionales, híbridas; conflictos interestatales, terrorismo, espionaje, apropiación intelectual; clúster del crimen organizado abocados a comprometer la soberanía y a provocar Estados fallidos; el uso de tecnologías en acciones de ciberguerra y cibercrimen; proliferación de armas de destrucción masiva (ADM); creciente influencia económica y política de actores no estatales; desplazamientos humanos masivos e irregularizados; depredación de los recursos naturales y minerales; etc. Una lista extensa, pero no invisible.
Como se manifiesta en el siguiente trabajo, estos desafíos no han hecho otra cosa que acentuarse bajo un estrés económico, climático y bíosanitario cada vez más incierto y complejo.
La deslocalización de la economía y la lucha por la influencia en las políticas mundiales que fijan su regulación, promete un largo periodo de tensiones in-flacionistas provocadas por la nueva regionalización de las cadenas de valor, la búsqueda por la proximidad de la producción y por la tendencia a acumular stocks. Asimismo, se verá complejizado por el disputado liderazgo tecnológico, el dominio del espacio y del ciberespacio. Además, por las amenazas militares desde Corea del Norte o Irán, o por la acción bélica en Ucrania y su significado en las reivindicaciones geopolíticas, o por las acciones para garantizar la soberanía china sobre Taiwán, principal productor de la tecnología avanzada.
Por otro lado, los Estados Unidos junto a la OTAN, la UE, bien el QUAD, AUKUS e IPEF en Oceanía e Indo-Pacífico, bajo un pronóstico beligerante, proyectan la defensa de sus políticas económicas, de desarrollo y de seguridad colectivos, es- trictamente regulados y selectivos en sus relaciones con los países periféricos. Un frente en el que América Latina es proclive a quedar marginada a pesar de su rol en el Pacífico.
Como contraparte, China y los proyectos de la Franja y la Ruta, que prospera ofre- ciendo una arquitectura de conectividad (rutas, puertos, carreteras eléctricas, di- gitales, energéticas), donde el desarrollo es débil o no existe, principalmente en países de Eurasia, el Indo-Pacífico, África y América Latina; facilitando las condiciones crediticias (alternativa al Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional) a los países apremiados por la inmediatez. También el BRICS + 6, el que construye un mundo de Estados transaccionales que no quieren tomar partido como blo- que en temas como la guerra de Ucrania o el calentamiento global.
Estas y otras situaciones estarían afectando severamente los espacios decisionales y su incidencia regional, sobre todo en aquellos Estado-nación en donde los índices de violencia han destacado más que sus proezas. Podría ser el caso de varios países latinoamericanos.
Esta década comenzó con un mal pronóstico al constatarse que la ventaja estratégica de quienes consolidaron su base de poder en medio de la pandemia COVID-19 y hoy lesionan la seguridad a través del crimen organizado, radicó en sus capacidades de combate, coordinación y adaptación a un ritmo y magnitudes difíciles de contrarrestar con instituciones que se creían fuertes, pero eran insuficientes. Los países cooptados por este fenómeno también dan cuenta del creciente papel de las mafias albanesas, chinas e italianas, entre otras. De haber entrado en un punto de no retorno, po- drían agudizarse las deficiencias estructurales como la desigualdad social, la pobreza y, por ende, el descrédito de la democracia y el aumento de la violencia.
Especial atención merece el caso de Ecuador que hace solo cinco años ocupaba el puesto N°66 en el índice de Paz Global 2017 y hoy N°97, por debajo de Argelia y Azerbaiyán. Como contrapunto, Chile descendió en 2023 a la posición N°58 luego de Moldavia y Namibia, mientras que antes ocupaba el lugar N°26 en este ranking.
Para el Centro de Investigaciones y Estudios Estratégicos de la ANEPE (CIEE-ANEPE), todos los antecedentes asociados a estos acontecimientos han sido motivo suficiente para abordarlos desde distintos análisis a la luz de sus publicaciones como la serie “Mirador Mundial”, “Panoramas de Seguridad y Defensa”, “Cuadernos de Trabajo” o “Newsletter”, y que el CIEE publica periódicamente durante el año. Cada uno, en su propósito, permite mantener a la comunidad de seguridad y defensa informada sobre el acontecer global y nacional. Como complemento, su Balance Estratégico, documento bianual, no pretende en modo alguno redundar en lo mismo.
En este “Balance Estratégico 2022–2023: Destinos Regionales”, el cuarto volumen desde su creación en 2017, tal como en las ediciones anteriores, se intenta tras- cender del diagnóstico hacia algunas proyecciones. Pues, su fin último, en el marco de un periodo de observación de más largo plazo, es dotar de sentido los hechos que impactan nuestra área de estudio que es la Seguridad Nacional y la Defensa Nacional. Ámbitos que están demostrando con suficientes argumentosser consustanciales a las condiciones de desarrollo de los países y la paz regional. De ahí el énfasis en destacar cuáles han sido las decisiones que se han adoptado en esta dirección y bajo qué premisas podría determinar el futuro de Chile y su entorno.