AÑOS DE CAMBIO
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Resumo
El presente Balance Estratégico Sudamericano sintetiza los principales hechos y fenómenos que desde la economía, política, relaciones internacionales, han afectado la seguridad y defensa en América del Sur durante enero 2016 y octubre 2017.
Sin pretender ser un compendio de todo cuanto haya acontecido, revisa los ámbitos políticos multilaterales, los escenarios nacionales, el contexto global, así como las tendencias dominantes generales, que le permitan al lector interesado hacer un balance de lo ocurrido, evaluar el impacto de los acontecimientos y visualizar la dirección que éstos puedan tomar durante el 2018.
Si hubiera que establecer una idea común de lo examinado, sobresale la noción de cambio. Tanto en el plano multilateral como nacional, ya sea por la forma en que los países latinoamericanos dialogaron entre sí y con otras zonas del mundo durante el 2016, o por cómo se ha transitado a partir de los nuevos escenarios en 2017.
A decir verdad, se trata de un conjunto de cambios de tipo político y estratégico, y que, en algunos casos, como Argentina, Brasil y Colombia, bien pudieran significar el término definitivo de un ciclo y el comienzo de uno nuevo. Otros países de la región también registran cambios, quizás no tan sustantivos, pero sí con grados importantes de repercusión en sus agendas nacionales y su posicionamiento internacional.
Así entonces, tenemos a Venezuela que entró en los últimos meses en una crisis de legitimidad política agravada por consideraciones macro-económicas que la han dejado al borde del colapso. En Ecuador el proceso electoral también trajo cambios, que ya durante el 2017 se han expresado en un alejamiento político de su pasado reciente, especialmente por las estrecheces financieras heredadas y por el carácter de la política exterior anunciada por su actual presidente. Los bolivianos, al rechazar la posibilidad de una nueva reelección de su presidente y al centrar su política exterior en la reivindicación marítima, igualmente han entrado en una fase de cambios cuyas repercusiones se verán a futuro, pese al empecinamiento que ha demostrado su presidente para revertir la decisión del pueblo. Perú, por su parte, optó en las urnas por un camino tecnocrático que también conllevó la idea de cambio que, por lo pronto, le están trayendo al ejecutivo no pocos problemas políticos.
En cuanto a la visión estratégica, en la región se observa como elemento común las preocupaciones que se han desarrollado en torno al enfrentamiento a las amenazas multidimensionales, particularmente del crimen organizado transnacional, siendo parte del debate el grado de involucramiento de las fuerzas militares en el enfrentamiento de este tipo de amenazas. La dicotomía referida a si “policializar” las fuerzas militares, o a militarizar las fuerzas policiales en gran parte ha estado presente en las estrategias regionales. Otro factor de interés compartido es el ejercicio de la soberanía o el control de los espacios territoriales, lo que se demuestra con la implementación de políticas de resguardo fronterizo como en el caso de Brasil y Chile. Asimismo, a partir de la experiencia adquirida en la Misión de Paz en Haití, se observa una preocupación por preservar e incrementar la acción de los países en este tipo de misiones.
Desde una dimensión política, la evolución de los acontecimientos observados en la región permite sostener como hipótesis general que, pese a su gran heterogeneidad, los países sudamericanos han decidido, sea por la vía electoral o algún otro mecanismo contemplado en sus respectivas constituciones, dar giros sustantivos a las tendencias y trayectorias dominantes de los últimos años.
Lo vivido durante 2016 demuestra que el espíritu en la región no ha estado dominado como hace un tiempo por las ansias de liderar proyectos refundacionales, sino Introducción que, derivado del rechazo generalizado a la corrupción en diferentes ámbitos sociales, los gobiernos han tendido a nuevas modalidades de convivencia, más transparentes en el ejercicio del poder y menos ideologizadas.
Las decisiones tomadas durante 2016 y 2017 se proyectan así hacia el horizonte no pudiendo actualmente estimarse cuán sustentables pueden ser los cambios introducidos. Un punto de inflexión será, desde luego, la relación que cada uno, y como región en su conjunto, vaya teniendo frente a las nuevas administraciones, principalmente con la de Washington. Si en la mayoría de los países estos cambios se consolidan, es posible que se incube un nuevo modus vivendi en la región; si fracasan, no debe descartarse la idea de un retorno o el surgimiento de prácticas populistas y demagógicas. A futuro, todo está por verse, es por eso que se invita al lector a proyectar estas tendencias observando algunos de los antecedentes que aquí han sido consignados.